Mi trabajo se desarrolla en relación directa con el territorio y su huella. El espacio transitado tiene relevancia para mí: recolecto materiales de los recorridos cotidianos, del día a día, y de los viajes que hice. Pueden ser piedras, troncos, ramitas, semillas, recuerdos familiares, una textura, un entramado, una tela vieja, huesos, pelo, plumas, dientes, cualquier cosa que llame mi atención. En muchas ocasiones, continúo con un registro fotográfico con el fin de recordar el espacio, el momento, el suelo o el hábitat de esa serie de elementos.
Uso estas colecciones para iniciar mis obras. A veces lo hago de forma directa, el material en crudo ensamblado al trabajo; otras, como soporte de donde partir. También, puede ser que realice impresiones de las mismas sobre barro o la tela, o bien, me sirvan como material simbólico del cual comenzar una idea.
Me gusta pensar la obra como un lugar de vinculación, de dialogo entre el espacio y el creador, donde éste, al conformar un relato, da lugar a que el espacio, a través de sus fragmentos, pueda aportar información. Creo que los materiales cuentan una historia de un tiempo y de un espacio específico, es decir, hablan de un lugar en un momento determinado. Aprovecho esta información, la reúno, le otorgo relevancia y desde allí desarrollo mi labor.
Las técnicas que uso varían entre: textil, cerámica, pintura y dibujo. Así, busco la acentuación, la transformación, la vinculación y la resignificación de la materia para encontrar una nueva manera de dialogar con ésta que incorpore, además, el territorio y las experiencias que la componen. La obra es para mí un punto de conexión con los lugares, los objetos, los acontecimientos, yo y los otros.